miércoles, 12 de agosto de 2009

Cuando llaman a la puerta

- Mira jovencito, yo en mis años mozos solía acudir al Restaurante "Jahuay", allá en donde vives, quedaba en un balneario del mismo nombre, muy bonito por cierto, aunque el mar era un poco "bravo", iba con tu "tía" y con tus "primos" y había algo que me llamaba la atención y me causaba mucha gracia, este restaurante que no sé si aún existe, era un restaurante de carretera, es decir un restaurante de "ruta", por tal motivo, solían parar durante el día muchos camiones y trailers. Había una parte del restaurante que miraba hacia la carretera panamericana sur y por el otro lado tenía una vista muy bonita hacia el mar; supongo que te preguntarás qué es lo que me llamaba la atención, pués lo siguiente: los baños que miraban hacia la carretera panamericana sur mostraban respectivamente a la correspondencia del sexo al que se referían, los carteles de: mujeres y hombres (era el lugar donde se sentaban los tansportistas) y, los que miraban hacia el mar (donde se sentaban los bañistas) tenían unos carteles que mostraban respectivamente los textos de: damas y caballeros, ja, ja, que gracioso los de tu tierra.
La parsimonia, encanto, lucidez y serenidad con las que este hombre longevo, cercano ya a los 90 años, me contaba ésta y otras anécdotas, me transportaban a una tranquilidad casi inexistente para el ser humano en estas épocas, me inducían al pensamiento de que uno sí puede ser feliz toda una vida y que puedes entretener a cualquier persona cuando te diriges a ella con el respeto y cariño que merece.
Muchas veces escuché a personas manifestar lo aburrido que puede ser compartir espacios de conversación con ancianos, que debe haber un don especial para hacerlo, porque es casi igual o peor que cuidar niños; aducen que los niños van aprendiendo, los ancianos ya no -recuerdo mucho la frase de una señora muy querida: "El que no llega a viejo es porque se jode primero"-. Bueno, la verdad, compartir con ancianos -adultos mayores, ahora-, puede ser una experiencia más que gratificante, la riqueza de la transmisión de experiencias, la tranquilidad, el amor y otras cosas más que muestran en su comunicación, te demuestran una vez más que hay cosas mucho, pero mucho más importantes en la vida que estar permanentemente pensando en cómo triunfar, sinonimiando el triunfo, como la realización netamente económica y de desarrollo exclusivamente profesional.
Dos días en la preciosa ciudad de Trujillo, sí aquí en el Perú, me sirvieron para conocer y compartir momentos más que agradables con mi "tío", personaje del que oí hablar muchas veces en mi hogar, pero que no conocía personalmente, dos días en donde aprendí mucho, en donde anécdota tras anécdota fue enseñándome y mostrándome la idiosincracia del peruano, el trabajo bien hecho, la historia nacional, el amor familiar, la vida sana, la búsqueda de la felicidad, el sosiego de una vida bien vivida, la tranquilidad de quizá estar más cerca del Padre y estar seguro de su recibimiento; dos días, sí dos días que me mostraron a un verdadero hombre, ¿sabes que necesitas muy poco tiempo para conocer a alguien que verdaderamente es un ser humano?...
Hace un par de días llamaron a la puerta del "tío", sí, allá en Trujillo; ya no era la visita acostumbrada de quienes se acercaban a enriquecerse con la sabiduría de aquél ejemplar ex funcionario de un banco ya fenecido de nuestra Patria, que es lo totalmente opuesto a los robotizados empleados de los actuales bancos: "servido señor, ¿lo puedo ayudar en otra cosa?, muchas gracias que tenga un buen día. Deberían poner una grabación... La visita era de aquel mitificado "personaje", graficado de diferentes formas y que en algún momento nos visitará a todos, aquel "personaje" que aparece siempre y que no concemos, pero sabemos que siempre está allí, desde que nacemos, aquel personaje que nos llevará al tránsito de una vida a otra; porque como dicen algunos, para que se de su visita, la única condición es nacer.
Gracias "tío" por esos dos maravillosos días, ésos que todavía me sirven de estímulo para seguir buscando la felicidad en el trajinar de cada día, en el saborear las delicias de tener una familia, en el disfrutar de mi profesión y de mi trabajo, en el VIVIR...
Luis Gonzalo Tolmos Regal

2 comentarios:

  1. Nuestro querido Tio Oscar...clase, elegancia, cabalidad, sencillez...inspiracion pura...Te felicito hermano!!! un merecido y calido homenaje ...

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  2. Hola hermana, estoy seguro de que hubieses escrito algo mucho mejor.

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