lunes, 20 de junio de 2011

De PADRE a papá a papi a... (Artículo que recibí por e-mail del cual no conozco al autor)

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como un verdadero dictamen de Dios. Imperaban normas estrictas de educación: Nadie se sentaba a la mesa antes que el padre, nadie hablaba sin permiso del padre, nadie repetía el almuerzo sin el permiso del padre, nadie se levantaba de la mesa si el padre no se había levantado antes; por algo era el padre.

La madre fue siempre el eje sentimental de la casa, el padre siempre la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, esta abandonaba todo; a una orden del padre los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en la guerra.

Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en papá. El mero sustantivo era ya una derrota. Padre es una palabra sólida, rocosa, imponente; papá es un apelativo para oso de felpa o para perro faldero; da demasiada confianza. Además, la segunda derrota es que papá es una invitación al infame tuteo, con el uso de papá el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el papá era el padre

A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle los dientes con una trompada, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a la casa y a organizar bailes y bebidas, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban en voz baja: Bueno, por lo menos tranquiliza saber que están tomándose unos tragos en casa y no en quién sabe dónde.

Elpapá marcó un acercamiento generacional muy importante, algo que el padre desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la sala mirando la tele, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa; tomaban el teléfono sin permiso, sacaban dinero de la cartera de y usaban sus mejores camisas. La hija comenzó a salir con pretendientes sin chaperón y a exigirle a papá que no le pusiera mala cara al insoportable novio y que le ofreciera que, en vez de llamarlo "señor González", como habría llamado al padre, que lo llamara simplemente "Tato".

Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero una autoridad bastante maltrecha. Nada comparable a la figura prócer del padre. Era, en fin, un tipo querido; lavaba, planchaba, cocinaba y, además, se le podía pedir un consejo o también dinero prestado.

Y entonces vino papi.

Papi es un invento reciente de los últimos 20 ó 30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta ni se le pregunta nada. Simplemente se le notifica. Papi, me llevo el auto, dame para el gas. Le ordenan que se vaya al cine con mami mientras los hijos están de fiesta y que , cuando vuelvan, entren en silencio por la puerta de atrás. Tiene prohibido preguntarle a la nena quién es ese tipo despeinado que desayuna descalzo en su cocina. Ni hablar de las tarjetas de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la afeitadora, el ordenador, las llaves. Lo tutean y hasta le indican cómo dirigirse a ellos: ¡Papi, no me vuelvas a llamar "chiquita" delante de Jonathan!

Aquel respeto que inspiraba el padre y, hasta cierto punto el papá, se transformó en exceso de confianza además de convertirse en un franco abuso hacia papi:

¡Oye, papi, se me está acabando el whisky! ¡Oye papi, anda a comprar pan!

No sé qué seguirá después de papi. Supongo que la esclavitud o el destierro definitivo.

Yo estoy aterrado, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de mis hijos, mis nietas han empezado a llamarme "pa"..........!!!

CREO QUE QUIEREN DECIR

¡PA QUE MIER.. SIRVES !

jueves, 31 de marzo de 2011

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD EN LOS NIÑOS

Esta semana quiero tocar un tema que me parece que es fundamental para el desarrollo adecuado de sus hijos. Un tema que se encuentra amparado en estudios de investigación válidos y reconocidos a nivel internacional.


Una pregunta que nos hacemos casi a diario los profesores y con mayor razón aun los padres de familia es ¿por qué aumentó tanto en esta época de supuestos interesantes cambios en los procesos educativos el número de alumnos con depresión, poca tolerancia, agresivos y otros “males contemporáneos”?. Es bueno explicar que estos “males contemporáneos” como los denomino en realidad la psiquiatría los denomina TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD. El jefe del servicio de Psiquiatría del hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, Vicente Rubio Larrosa, proporciona un interesante estudio de investigación sobre algunas de las causas que provocan los trastornos de personalidad en los niños, adolescentes, posteriores adultos. Según indica el experto en la publicación digital Red Aragón, sólo el 30% de los casos se relacionan con el daño cerebral, con componentes biológicos o genéticos, así que el 70% de los casos de trastornos de personalidad son fruto del entorno familiar en el que crece.

Existen muchas diferencias percibidas por un niño que tras crecer en su hogar con un exceso de permisividad y sobreprotección, encuentra todo lo contrario en la sociedad, un exceso de competitividad donde no existe la compasión y origina frustración.

Lógicamente los padres no van a actuar con sus hijos igual que lo hiciera el resto de la sociedad, pero es necesario que el niño comprenda desde PEQUEÑO que existen los límites y las normas, que el mundo no gira en torno a él y que la vida real depara diversas situaciones con desenlaces inesperados.



“El trastorno de la personalidad es un trastorno de la forma de ser”, afirma Rubio, además de resolver que la incidencia va en aumento. El trastorno límite o de inestabilidad de personalidad (border line) es una de las formas de trastorno de personalidad que se da con mayor frecuencia.

No deja de asustar la cifra que apunta sobre los posibles desenlaces fatales que este trastorno puede provocar, en los casos graves, hasta un 10% de los pacientes puede llegar a pensar en el suicidio.

Espero que reflexionen y razonen sobre este tema que consta con datos estadísticos claros y concisos.

Luis Gonzalo Tolmos Regal